Por una humanización en la educación y en los ambientes escolares.
Bienvenidos a Investigación y Filosofía.
Por una humanización en la educación y en los ambientes escolares.
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¿Por qué formar a los maestros?
Educar en buena medida es elevar lo humano. Por ello en Investigación y Filosofía, la educación no puede olvidar su estricta dimensión humanista, la cual es mucho más profunda y decisiva que la referente al desarrollo de capacidades para la vida laboral.
Alentamos a los educadores a asumir su responsabilidad como autoridad e involucrarse personalmente en una tarea educativa que apueste por una humanización de los ambientes escolares, a ser testigos de la verdad, del bien y de la dignidad que encierra la vida de cada ser humano.
El humanismo en la educación significa crecer en humanidad. Se refiere a la necesidad de que un profundo aprecio por la naturaleza y dignidad de cada persona resurja como parte del método educativo en cualquier nivel escolar.
Una educación “humanista” significa amar la verdad dondequiera que se encuentre y reconocer la centralidad de la persona humana por encima de la lógica del mercado y del utilitarismo que tanto determinan hoy aspectos fundamentales de los procesos educativos.
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Con base al documento:
"Educar para una nueva sociedad"
Importancia de la formación continua
Educar tiene también que ver con cultivar: una semilla que se siembra y se abandona difícilmente tiene futuro, en cambio una semilla cultivada se desarrolla plenamente hasta dar fruto.
Así entendida, la educación es comunicación y crecimiento personal que se convierte en cultura, es decir, cultivo de todo aquello que propicia el desarrollo del ser humano con el fin de alcanzar la madurez racional y afectiva que le permita vivir en libertad y con responsabilidad, en la comunicación y en la relación, como sujeto capaz de comprender y amar, de realizarse a sí mismo, con los demás y para los demás. Por ello, la educación debe ser entendida principalmente como formación antes que como información.
Cuando nos fijamos atentamente en la persona podemos advertir que en ella existen las pistas fundamentales para un auténtico método educativo. En cierto sentido, la persona humana entendida en su integralidad, es método, es camino de su propia realización. Por ello, no podemos ignorar que toda metodología educativa tiene una antropología implícita. De este modo, es importante que siempre cuidemos que los fundamentos antropológicos del quehacer educativo sean conforme a la verdad sobre el hombre y no se encuentren a merced de ninguna ideología reductiva.
CIBERTECA